Aprende a gestionar emociones en el ámbito profesional para mejorar el rendimiento y bienestar
Gestionar emociones puede ser algo complicado en algunas ocasiones. Esto se ve incrementado con la situación derivada del Covid-19, que ha afectado de forma especial a la salud mental de las personas. ¿Cómo conseguir mejorar nuestro rendimiento sin perder nuestro bienestar?
La difícil lucha entre nuestro lado impulsivo y nuestro lado reflexivo
Antes de nada, es necesario comprender que tenemos dos lados dentro de nosotros: el reflexivo y el impulsivo. Será importante distinguirlos para poder trabajar sobre ellos.
Por un lado, el lado reflexivo es el que nos ayuda a pensar y tomar decisiones. Es el más proactivo y racional y se sitúa en la corteza prefrontal del cerebro. Por otro lado, el impulsivo, trabaja más bien a la defensiva. Sale de la amígdala, es más reactivo y, en muchas ocasiones, actúa de forma exagerada.
Para poder equilibrar esta balanza, será necesario el trabajo de la gestión de las emociones.
¿Cómo podemos gestionar emociones en el trabajo?
En primer lugar, para poder gestionar nuestras emociones, será importante primero analizarlas. ¿Esto qué quiere decir? Que habrá que ahondar en nosotros mismos y ver qué es lo que falla y cómo se podría solucionar.
Se trata de un trabajo muy personal, donde tenemos que plasmar de alguna manera en nuestra mente todas las emociones que nos llegan en nuestro día a día. Si somos capaces de analizar y reconocer cada una de las ideas, sentimientos y pensamientos que nos llegan, será mucho más fácil trabajar sobre ellos.
Una vez reconocemos nuestra emoción, tenemos que encontrar el estímulo que nos lleva a la misma. Es decir, qué es aquello que nos lleva a sentir lo que hemos sentido. Por desgracia, existen unas reglas básicas para esto, ya que cada persona reacciona diferente frente a los distintos estímulos que le llegan. Por lo tanto, lo que tenemos que encontrar es nuestra respuesta personal frente a las circunstancias que nos afectan.
Tómate el tiempo para pensar en ti
No es una tarea fácil pensar en uno mismo. Es por ello que será fundamental que te tomes todo el tiempo que necesites para encontrarte y conocerte. Aprécialo, tómalo como una oportunidad de conectar con un lado que desconoces y del que puedes aprender mucho.
Cuando te llegue una emoción frente a la que te sientas incapaz de actuar, cierra los ojos y respira fuerte. Inicia el proceso de pensar qué estímulo te ha generado esa emoción y trabaja en base a este conocimiento. Esta puede venir de un sentimiento generado por una falta de autoestima, por uno de inferioridad frente al resto de compañeros o quizás por un mal comentario de tu jefe. Sea cual sea, no trates de huir de ella, porque es contraproducente. Este sentimiento no desaparece del todo, aunque lo pueda parecer en un principio.
Una vez se trabaja la gestión de la emoción intrapersonal, de cada uno consigo mismo, se podrá empezar a trabajar de forma interpersonal con el resto del equipo.
¿Cómo debería comportarse el trabajador frente a la empresa?
Una vez la persona es capaz de gestionar sus emociones, necesitará poner en práctica estas mejoras con respecto al resto del equipo. Por un lado, será importante que entendamos el papel que tenemos en la empresa y qué es lo que aportamos al equipo de trabajo.
Además, será fundamental que hagamos un análisis de las emociones que se originan en la empresa, tanto las que nos generan los compañeros a nosotros como las que nosotros producimos en ellos. Analizar nuestro entorno de trabajo, nos acercará a una realidad que es necesario conocer.
Por otro lado, aunque hay días malos y todo el mundo tiene derecho a sufrirlos, sería muy importante tratar de controlar esa emoción, con la intención de no perjudicar al resto. No hay que olvidar que las emociones se contagian, así que si tienes un mal día, baraja la opción de interactuar menos.
¿Cómo puede el empresario mejorar el rendimiento de la empresa?
Vamos a ponernos ahora en la piel del empresario. Uno de sus grandes quebraderos de cabeza suele ser evaluar cómo conseguir un buen rendimiento empresarial por medio de sus empleados.
Para conseguirlo, será importante que tenga en cuenta la gestión de las emociones de sus trabajadores. Esto quiere decir que sería bastante interesante que les proporcionase mecanismos para poder mantener una buena gestión emocional. Quizás un simple curso de inteligencia emocional podría proporcionar un nuevo enfoque dentro de la empresa y, por consecuente, mejorar su rendimiento.
Por últimos, hay que tener en cuenta que el empleado no siempre puede estar ilusionado y con alegría, es por ello que habría que respetar también esos momentos.
Fuente: theconversation.com